La Bienal de Venecia 2022, I
La 59ª Exposición de la Bienal de Arte Internacional de Venecia ha venido cargada de surrealismo en este año 2022.
Su título “Leche de sueños”, elegido a partir de un texto de Leonora Carrington, da pistas sobre lo que vamos a encontrar: surrealismo, sueños, vidas extraterrestres, robótica y mucha fantasía. La comisaria Cecilia Alemani habla de «una reinterpretación constante de la vida bajo el prisma de la imaginación».
Al margen de interpretaciones farragosas y difíciles de entender, yo diría que la Bienal trasmite siempre una sensación de libertad y grandiosidad en el arte que no es posible ver en exposiciones de menor tamaño. Este año, con la temática del surrealismo, esta sensación se puede apreciar más todavía.
El arte es libre, el artista es libre.
En un lienzo de la Bienal, todo es posible, no hay reglas, no hay límites. Ni en lienzos, ni en escultura, ni en instalaciones, ni en medios visuales. Nada parece coartar los procesos creativos de muchos de los artistas que participan.
En la Bienal no existe el confinamiento mental.
Sin ánimo de entrar en un análisis detallado, muestro en este blog las obras que más me han llamado la atención con una selección totalmente personal.
Pabellón de España. Giardini.
La apuesta española, minimalista al máximo y en mi opinión muy acertada, muestra la “Corrección” de Ignasi Aballí de la orientación del pabellón de España en Giardini. Con un giro de 10 grados en la nueva estructura, consigue crear en un edificio de mucha historia nuevas sombras y rincones.
De una blancura inmaculada, logra frenar el ritmo de la ciudad. Entrar en este pabellón, muchas veces el primero en ser visitado, es dejar atrás la multitud de turistas que transita Venecia sin descanso, el calor y un sol de justicia. Desde mi punto de vista es un refugio al exceso de información exterior. Una inyección de serenidad con efecto inmediato.
Pabellón de Italia. Arsenale.
En un contexto global en el que una pandemia nos ha obligado a reconsiderar nuestra relación con el mundo que nos rodea, Gian Maria Tosatti muestra en el Pabellón de Italia dos escenarios diferentes en su obra «History of Night and Destiny of Comets»:
– por un lado, fábricas en las que la presencia humana se ha desvanecido. La entrada a la instalación se hace de manera individual, con cierta distancia respecto del anterior visitante, lo que permite la inmersión en la desolación de los espacios en los que reina un silencio envolvente.
– Por otro lado, una superficie de agua rodeada de la más absoluta oscuridad. Ruidosamente inquietante, muestra una atmósfera postapocalíptica, pero con destellos de luz que auguran cierta esperanza.
Pabellón de Canadá. Magazzini del Sale 5.
Sencillez en la presentación y talento a raudales sería el resumen de este pabellón. Es una de las presentaciones de la Bienal diseminadas por la ciudad.
La propuesta de Stan Douglas consiste en dos pantallas de gran tamaño en un edificio que por sí sólo ya es digno de visitar. Lo primero que nos invade al entrar es el ritmo de rap que suena a todo volumen.
A un lado, dos raperos egipcios, Joker y Raptor. Al otro lado, dos raperas inglesas, TrueMendous y Lady Sanity. 5.610 kilómetros de distancia en la producción, unos metros de distancia en la exhibición. El resultado, 2011 ≠ 1848, conquista: por calidad en sonido e imágenes, por el dinamismo que transmite y porque ver talentos del mundo trabajando juntos siempre es emocionante.
Pabellón de Alemania. Giardini.
En la misma línea que en el pabellón de España, la representación alemana utiliza el minimalismo, pero en este caso, no para vestir el edificio, sino para desvestirlo.
Paredes desnudas, suelo descubierto, ladrillo exhibido… Es otro de los pabellones en los que la atmósfera te invade.
Se agradece este descanso visual en una muestra en la que el surrealismo parece llenar cada hueco de la retina.
El edificio en sí mismo es ya una obra que transmite y se muestra igual que si fuera un lienzo.
Pabellón de Letonia. Arsenale.
Letonia sorprende gracias a su muestra de cerámica erotizada. Es un pabellón con muchos elementos a los que dedicar tiempo, más de 300 obras, pero merece la pena entretenerse porque en los detalles de esta muestra hay mucha información. 
Tiene tintes de pintura oriental y tintes de ilustración actual. Me convenció por simpatía y originalidad en la presentación.
Las protagonistas de este pabellón son Skuja Braden, dos artistas que plasman en su trabajo una clara defensa de la comunidad LGBTQ.
